viernes, 23 de noviembre de 2012

Melodía

El fresco aire matinal azota mi cara por la ventana de mi habitación. Levanto la cabeza para mirar el despertador, tengo la esperanza de que aún sea demasiado pronto para empezar el dia. Las siete y media. No puedo evitar dibujar una pequeña sonrisa en mis labios.

Instantáneamente, dejo caer mi cabeza de nuevo en la almohada, con el propósito de dormir aún dos horas más. Cierro los ojos, y mil ideas se me pasan por la cabeza. Intento deshacerme de ellas, pero por una que borro, aparecen dos. Mi cerebro esta imposibilitando mi sueño. Doy vueltas en la cama, de izquierda a derecha.
De repente, parece que mi cerebro ha decidido dejarme descansar, poco a poco, todo se va calmado, mis pensamientos se ordenan, como si de libros se tratasen, apilándose unos encima de otros. Todo parece tranquilo. Una melodia cruza mi cabeza a la velocidad de la luz. Es una melodia extraña, no es el tipo de música que pondrías en un cumpleaños, tampoco en una fiesta, pero tampoco en un funeral. Es lenta y harmoniosa. Da escalofríos, pero a la vez transmite mucha paz.
Abro los ojos immediatamente, y como un terremoto, mis pensamientos vuelven a revolotear libres por mi cabeza. La melodía está cesando. Pensé que sería del exterior, pero no.La estaba escuchando en mi cabeza. Intento recordar si era de alguna canción, o de algún anuncio, pero fue en vano, no consigo recordar dónde la he escuchado. Quizás la he inventado, pero era demasiado compleja para alguién como yo.
La incertidumbre me desvela completamente, así que, en contra de mi voluntad me levanto y voy a lavarme la cara. Frente al espejo, puedo ver la cara de sueño que llevo, pero no puedo seguir durmiendo. Avanzo por la casa hasta la cocina, y me preparo un vaso de leche.
Mientras tomo el desayuno, la melodía vuelve a reaparecer en mi mente. Me quedo con la mirada perdida, esa música me hipnotiza. El vello se me eriza, y eso hace que salga del trance.
Puedo adivinar que mis padres aún siguen durmiendo, las persianas estan bajadas y la puerta cerrada con llave. Aún es muy pronto, para que una persona en vacaciones se levante a esta hora. Para colmo, los minutos parecen no avanzar, y si lo hacen, es a un ritmo muy lento.
Decido encender el televisor, pero como esperaba solo hacen programas infantiles. Paso treinta canales distintos. Empiezo a desesperarme. De pronto, silencio. El canal treinta y uno, parece no tener señal, solo muestra una pantalla azul chillón. Casi hace daño a la vista.
Apunto de pasar de canal, el mando a distáncia se me resbala de las manos, noto como me pongo blanco, y mi sangre se hiela. La melodía empieza a sonar en el televisor, pero es diferente, más rápida y más estridente.
Recojo el mando del suelo y apago el televisor. Si había en mi cabeza algún rastro de la antigua melodia, se habia escondido para que no la encontrase. La nueva ha colapasado mi cabeza. No dejo de escucharla, intento ocupar mi mente en otras cosas, pero tarde o temprano reaparece.
Empiezo a delirar, así que me visto y salgo a la calle, intento despejarme. Doy mil vueltas al pueblo para tratar de suprimir esas notas que embotan mi cerebro y ,por fin, la melodía desaparece. Satisfecho conmigo mismo, decido volver a casa, pero como estoy algo cansado decido atajar por varios callejones, que parecen hechos a medida para mí. El dia estaba cambiando a mejor.
Llegando, me paro en seco. No podía creerlo, esto no era real. Otra vez esa dichosa melodía. Ahora sonaba más floja, con menos intensidad, pero más cerca, y ya no parecía la misma melodía. No era tocada ni tampoco cantada. Alguién la estaba silbando, y no era yo. Mis pies me impiden avanzar, el miedo se ha apoderado de mi cuerpo.
Noto un aire caliente y húmedo en mi nuca, alguién me susurra al oído: "Bonito día para morir, ¿No crees?"
Me llevo las manos al estómago, están cubiertas de una espesa sangre roja, y no tarda mucho en escaparse por mi boca. Mis rodillas se doblan y cuando quiero darme cuenta, estoy en el suelo, tumbado.
Creo que se está haciendo de noche, pero tampoco ha pasado tanto tiempo ¿o sí? Mis brazos ya no responden, mis piernas tampoco, supongo que ha terminado todo. Esa melodía ha acabado conmigo.

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